En un comunicado, ha asegurado que la violencia de género no es un problema que afecte sólo a las personas que la sufren. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia hacia las mujeres por el mero hecho de serlo, por ser consideradas por sus agresores como seres carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.
A su juicio, existe un desequilibrio real entre la gravedad de esta “lacra” contundentemente denunciada, pero no contundentemente atendida. Una sociedad “decente” exige avanzar hacia una sociedad segura y libre de violencia de género que garantice una respuesta efectiva a las mujeres que sufren violencia así como a sus criaturas.
Por eso, tenemos que poner también en el centro de la agenda política la educación que reciben nuestros hijos en las escuelas, ikastolas e institutos y debemos introducir programas escolares con pautas de conducta den pareja menos violentas o posesivas.
Con una mujer asesinada por su pareja o expareja cada menos de cuatro días en lo que vamos de año nos demuestra que esto no es un problema “puntual” que afecta a un pequeñísimo número de hombres desquiciados o enfermos. El Observatorio contra la Violencia de Género, a finales del 2016 alertó de que la violencia de género no pierde fuerza y de que las denuncias de maltrato baten todos los récords históricos, con una media de 400 víctimas diarias. “¿Qué más necesitamos saber para plantearnos que la violencia de género no es un problema del género femenino sino que es un problema de Estado?”, se ha preguntado.