Últimamente, el debate político español y vasco está degenerando en una especie de tertulia, donde prima la superficialidad, y lo nuevo y lo viejo se contraponen como si fuera el último descubrimiento para distinguir el bien del mal. La expresión “Vieja y Nueva política” la acuño en España Ortega y Gasset, que no era precisamente un izquierdista, hace ya muchas décadas. Lo mismo que “El crepúsculo de las ideologías” lo escribió un ministro de Franco, dando por enterradas a la socialdemocracia y a la derecha liberal. Más viejo es todavía la descalificación de los partidos tradicionales, la famosa “ley del bronce,” de Carl Smith, que sería teórico del régimen nazi. Los que tan ligeramente hablan de haber descubierto algo nuevo deberían de reflexionar sobre estos precedentes.
Volviendo al debate actual y en concreto, al País Vasco, ni lo que llaman viejo es viejo, ni lo que llaman nuevo, nuevo. Concretando más, hablemos de los partidos vascos. Decía hace poco un miembro de Podemos que el socialismo vasco era viejo. Una cosa es ser viejo, y otra cosa tener pasado y una larga historia. Un pasado y una larga historia de la que es imposible no sentirse orgulloso. El socialismo trajo al País Vasco ya a finales del siglo XIX los ideales de justicia e igualdad; Organizó a los trabajadores en sindicatos y partidos y lideró las primeras huelgas obreras de España. Para no alargarme en detalles conocidos, el socialismo vasco fue también protagonista, con el nacionalismo vasco, de la consecución del primer Estatuto de autonomía, y después, de la resistencia al fascismo y el mantenimiento en el exilio del Gobierno Vasco, como testimonio de la legitimidad de la democracia vasca.
Hablando del pasado más reciente, y del presente, hemos sido conjunto al nacionalismo, quienes hemos construido la autonomía más avanzada y social. ¿Quién puso en marcha la escuela pública vasca?; ¿Quién Osakidetza? , ¿Quién hizó frente al terrorismo, muchas veces en solitario? ¿Cuándo y con quién se consiguió la paz? Casualmente con un gobierno socialista tanto en Madrid como en Vitoria, con el Presidente Zapatero y el Lehendakari Patxi López ¿Cómo no sentirse orgulloso de toda esta historia?. Entre los partidos de izquierda puede alguien sentirse orgulloso de un pasado así ¿Lo puede hacer Bildu? ¿Lo puede hacer Podemos? . No, definitivamente no pueden hacerlo. Lo que conocemos del pasado de PODEMOS, que surge cuando desaparece el terrorismo, es que nació como ANTIPSOE, con la voluntad de aniquilarlo, y que luego impidió el cambio, prefiriendo que siga Rajoy y posicionándose en contra de que sustituyéramos a éste por un Presidente socialista. Por no hablar del pasado con el que se han vinculado tras su nueva alianza electoral.
Los cambios en la vida, y en la política, son necesarios. Pero todas aquellas experiencias que pretenden partir de cero, y desconocer o despreciar el pasado y el presente, las que se fundamentan en la descalificación global de la transición democrática son un buen ejemplo de ello, son experiencias destinadas al fracaso. Por algo se dice que quien prometa el paraíso nos llevara al infierno.
La nueva configuración de la política vasca no niego que tenga sus cosas positivas, pero la dialéctica de lo nuevo y lo viejo, resulta simplista y ridícula. Especialmente, si al hacerlo se refieren al Partido Socialista, pues su pasado y su presente son la garantía del papel que debe jugar en el futuro. Los vascos saben que el socialismo trabajara siempre por la estabilidad, el pacto entre diferentes y por el progreso social; que es la fuerza de izquierdas que frenara las aventuras independentistas, las propuestas desnortadas y los proyectos de algunos de abrir nuevos frentes de conflicto. En definitiva, arraigado está en la ciudadanía vasca que el vasco un socialismo constructivo y útil, valioso y valiente frente a la demagogia radical.
Siempre se ha dicho que sólo aquellos partidos con profundas raíces en el tiempo y en la sociedad, tenían capacidad de ser los pilares de una sociedad democrática sólida. Habrá que observar lo que aporta la izquierda que no tiene esas raíces, o que no tiene ninguna. De momento sólo sabemos que se dedican a descalificar y menospreciar todo lo construido en las últimas décadas, con el esfuerzo y sacrificio de generaciones enteras de vascos. Frente a estas posturas destructivas el socialismo vasco de siempre, somos el partido del sí, el partido que quiere seguir construyendo el futuro, en colaboración con todos aquellos que quieran arrimar el hombro a la tarea de lograr un futuro mejor. No en vano, los historiadores han calificado al socialismo vasco como algo más que un partido, como una forma de ser vasco. Y frente a la vacía verborrea de algunos, desde la humildad, lo pongo en valor, escribiéndolo, porque considero que conviene recordarlo de vez en cuando.
Rafaela Romero
Secretaría de Ciudadanía y Libertades Públicas PSE-EE PSOE.